miércoles, 16 de enero de 2013

My Sister, My Love

  • Hermana mía, mi amor*
  • My Sister, My Love: The Intimate Story of Skyler Rampike*
  • Joyce Carol Oates
  • Primera edición: 2008
  • Novela
**leí el libro en inglés y, a pesar de que la traducción del título se encuentra disponible, prefiero dejar el título original en la reseña, además menciono el título completo de la novela.

Skyler ayúdame     Skyler estoy tan sola en este lugar Skyler estoy tan asustada     Me duele tanto Skyler     no me dejarás en este terrible lugar           lo harás        Skyler?
Nueve años, diez meses, cinco días.
Esta voz infantil en mi cabeza.
♥ 
Todas las familias disfuncionales son iguales. Ídem “sobrevivientes”.
Yo, yo soy el “sobreviviente” niño de una infame familia Americana, pero probablemente después de casi diez años no me recordaran: Skyler.

Hay un par de cosas que deben saber de este libro. Para empezar, he de admitir que no lo recomiendo por completo –a menos de que tengan mucho tiempo libre y muchas ganas de estresarse. El problema de tener escritores favoritos es que nos duele mucho cuando fallan. Si bien, Oates no produce una catástrofe en esta novela, sí tengo que aceptar que se le va de las manos. Tardé más de medio año en leerla, y un fin de semana para aceptar que tras la página trescientos (son casi seiscientas) perdí interés. Lo último me resulta algo trágico; no sé si sea una ironía o una crueldad, porque de eso va buena parte de la novela: sobre perder interés. En este caso no se puede decir que sea un interés benigno, ni siquiera recomendable. Es el interés que produce la prensa amarillista. Las primeras planas donde se muestran fotografías de decapitados, cuerpos aplastados sobre el pavimento, crímenes por venganza o simple odio. Una prensa amarillista a la que nos vemos expuestos cada día y que se ha encargado de curarnos de espanto. Ya no nos sorprende saber que una madre asesinó a su hijo; sólo escuchamos nombres y apellidos, razones y castigos. Puede durar  un día o una semana; después la noticia se hace vieja y es remplazada por algo más atroz.

A veces los encabezados muestran a alguien conocido, alguien famoso. Un cantante que consume drogas, una actriz que se rehabilita por anorexia. Con casos así el registro cambia. La atención es completamente absorbida y la misma noticia es reciclada cuantas veces sea necesario. Cualquier mancha es buena para llenar los espacios televisivos, cualquier mal paso puede ser el mismo tema de interés común por años. Los homicidios sin resolver ocupan el primer lugar de esta macabra línea, pero la cereza del pastel son los niños. “Cuando la inocencia es asesinada”, diría algún presentador mediocre. Ya tienen la nota completa, con todo y encabezado. Una pequeña niña asesinada en su propia casa, ¿les suena a algo? Pero aún existe una intriga. ¿Por qué es famosa una niña de apenas seis años? Ahora tienen la segunda parte de la noticia y la segunda parte de un tema de interés tan común como el homicidio: la explotación infantil. Ahora ya tienen una novela, una parte de ella –las primeras trescientas páginas, siendo específica.

Hace ya mucho tiempo, desde que tenía nueve años. Y ellos me alejaron cuando Bliss fue encontrada, y nunca vi a mi hermana de nuevo, y mi cabello cayó a puñados, y cuando volvió a crecer, creció mal. Y algo en mi cerebro está mal.

A mi parecer, la novela se le fue de las manos a Oates en el momento en que quiso abarcar todas las fallas, errores, estereotipos y traumas que el sueño norteamericano puede tener y atribuírselos a una sola familia. Tristemente, y a manera de rescate, puedo creer con total sinceridad que todas esas cosas pasen en una sola casa. Después de todo, una chispa pequeña desata una gran explosión: de una madre desesperada a una hija asesinada. Aunque un sello distintivo de Joyce Carol Oates sea el de dar vida a enormes novelas (la última traducida al español, Blonde, debe tener unas novecientas páginas), My Sister, My Love es sencillamente demasiado. No estamos frente a una historia de suspenso, no hay un gran misterio que resolver, porque no es la niña muerta a quien debemos prestar atención. Es a quien vivió, al “sobreviviente”, al hermano mayor de la famosa niña patinadora Bliss Rampike: Skyler. Por eso me resulta trágico haber perdido parte del interés tras la página trecientos, porque para ese momento Bliss ya está muerta y su vida no puede seguir siendo miserable;  lo que queda es una improvisada memoria donde Skyler trata de explicar como es que su vida quedó arruinada.

Al decir “arruinada” me refiero a grandes catástrofes en pequeña escala: antidepresivos, antipsicóticos, escuelas especiales, hospitales, drogas y beneficencias. Pasando por una novia suicida –que cuenta como novela dentro de la novela– y no volver a hablarles a sus padres en diez años. Entonces, una niña sangrando en la alfombra y un hijo drogadicto es el producto final de una feliz y joven pareja americana. Aquí empiezan los estereotipos: un hombre jovial, prometedor, seductor y mujeriego casado con una mujer sin autoestima alguna, temerosa de Dios y fanática de productos religiosos. El delirio de grandeza del padre alcanza la cumbre cuando su primer hijo resulta ser barón y todo se viene abajo el día en que Skyler literalmente alcanza el cielo y queda medio lisiado. Los nombres siempre son importantes. Mientras Skyler prometía llegar al cielo, su hermana menor es una nueva expectativa, por lo que nombre es cambiado a Bliss, una muy esperada dicha. Y lo fue. Una niña de seis años es famosa por convertirse en una pequeña campeona del patinaje sobre hielo a la edad de cinco. Betsey Rampike, la madre modelo. Compró una dignidad y un cuerpo nuevo, recuperó una parte de su esposo, alcanzó la fama junto con su hija gracias al amor de Dios y envió postales a todos sus nuevos amigos donde una feliz niña sonreía en brazos de sus padres. 

Y después Bliss cayó en el hielo, después Dios se fue. Bix Rampike, el padre modelo, regreso a vivir en hoteles y a tener amantes de veinte años. Betsey Rampike se aferró a sus medicamentos. Skyler Rampike dejó de ser el ‘hombrecito de mamá’. Bliss Rampike murió. ¿Y después? La parte final de mi edición contiene un entrevista donde Oates declara que su cometido al dejarse escribir con la voz de un ex-adicto de diecinueve años es el de llevar al lector a la misma morada donde habitan aquellas personas victimas del infierno sensacionalista. Skyler declara una y otra vez la existencia de sitios Web donde aún se habla de su hermana y donde muchas veces se le acusa de haber sido el asesino. Además de tener que presenciar múltiples programas especiales donde se le rinde homenaje y se pide por el alma de esa pequeña asesinada por un gobierno liberal. La fama que iluminó a Bliss lo persigue a él, pero de la manera más ingrata. My Sister, My Love no conduce más allá de la misma pregunta sin respuesta: ¿qué sigue?

En diez años Skyler no ha podido decir su apellido sin causar un murmullo reprobatorio a su alrededor. La reflexión que deja el libro se puede resumir a “vive y deja vivir”, pero en conjunto no puedo dejar de creer que es demasiado. Demasiadas improvisaciones, demasiados capítulos sin nada, demasiados pies de página, demasiadas malas jugadas… Pero si al principio dije que había un par de cosas que mencionar, la segunda es tal vez la más importante; la que justifica tantos demasiados. La historia está basada en un suceso real, el asesinato de JonBenét Ramsey, una niña de seis años, famosa por haber ganado varios concursos de belleza. Si buscan un rato por Internet, encontrarán suficiente información como para armar una novela. Información que no respeta dolor o luto alguno y que, de alguna manera, justifica los ‘demasiados’ que le atribuyo a Oates. Tal vez, si lo llegaran a leer, no lo convertirán en su libro preferido; pero de alguna forma recuperaran suficiente sentido humano como para no dejarse seducir por los grandes y sangrientos tabloides que nos dan los buenos días. De alguna forma recordarán que lo que hay tras todos esos aparatosos accidentes y violentos crímenes son personas reales, con vidas arruinadas y sentimientos acribillados en preguntas sin responder y cegadores flashes periodísticos.

Sólo para asegurar al lector: nada de esto te pasará algún día. Nunca sabrás como “fuentes anónimas”, incluyendo tus amigos, extenderán terribles mentiras acerca de ti como murciélagos escupidos de sus bocas y si te preguntas por qué, por qué mentir, por qué herir a otra persona, la respuesta es Porque soy anónimo, por eso.

Disponible en inglés,
 Editorial Harper Collins: $99
-Gandhi
-O pueden ordenarlo en Amazon (recomiendo esa edición, P.S.).

La edición en español está disponible en la editorial Alfaguara,
 pero encontrarla es cuestión de buscar.

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